martes, 3 de marzo de 2009

Interrail: Zagreb

El lunes 9 de agosto llegamos a Zagreb, la capital de Croacia. Es de noche y llueve. La ciudad parece desierta a estas horas y al día siguiente decadente. Sin embargo, nos quedaremos aquí dos noches porque nos atrae la belleza extraña de esta ciudad. En aquel momento me hubiera quedado a vivir allí, por lo menos unos meses. ¿Quién sabe por qué nos gusta lo que nos gusta? El caso es que Zagreb me gustó y todavía recuerdo sus calles. Tal vez me hacía pensar en las películas de Kieslowsky, aunque él era polaco ;)

Una parte de la ciudad conserva un aire tradicional y bucólico, con pequeñas casitas típicas de la zona. Otra parte, en cambio, tiene mucho tráfico, tranvías y bastante movimiento humano. El contraste resulta muy atractivo. Al menos a mí. Con un millón de habitantes, parece ser una ciudad muy interesante y extraña...

Mucho más no recuerdo, pero ahí está la libreta del viaje: "Así como en Ljuvjana nos encontramos con algunos locos como el loco de la linterna haciendo footing o el viejecillo que nos guió hasta el hostel, aquí también hemos encontrado gente rara y por lo mismo interesante a la vez que molesta... la dueña del albergue -que parece un negocio ilegal- es seria, seca, antipática. Los camareros pasan de todo... en fín, la gente es diferente y aquí está la gracia". Se advierten en los gestos, las miradas y otros detalles los efectos de la guerra, que todavía permanecen en forma de una tristeza escueta, esto sí lo recuerdo.

Ljuvjana era como un balneario, Zagreb es la otra cara de la moneda. Si hay que escoger, me encuentro más a gusto en la animación de esta gran ciudad.

martes, 6 de enero de 2009

Interrail: camino a Ljuvjana

Los policías pidiendo la documentación en el tren fueron la tónica habitual del viaje. Sus trajes iban cambiando, pero su comportamiento se parecías. Bueno, tal vez sus modales si iban haciendo cada vez más férreos a medida que nos movíamos hacia el este... pero también nosostras estábamos cada vez más cansadas. Hubiera sido un buen reportaje fotográfico (curioso) el ir tomando imágenes de los polis que nos pedían (más bien exigían) documentación. Tal vez nos hubiéramos quedado sin cámara.

En el camino a Ljuvjana me quedé sin el sello en el pasaporte de la pareja de polis... no lo recuerdo, lo leo en mi libreta. Tal vez les enseñé el DNI, que era más que suficiente al pertenecer a la Unión Europea.

El lunes 9 de agosto llegamos a la capital de Slovenja. De hecho llegamos la noche del 8 y aprovechamos para darnos un paseo nocturno por una ciudad que nos pareció fantasmagórica, sin coches ni transeuntes, envuelta en una especie de neblina invernal... o al menos así la recuerdo yo.

Esa noche, de la que recuerdo muy poca cosa, mi amiga y yo nos habíamos paseado con dos chicos de Navarra que realizaban un recorrido parecido, aunque tenían pensado desviarse luego en Croacia hacia el Mediterráneo, mientras que nosotras seguiríamos hacia el noreste.

Nada había en esa capital de noche. Ni bares abiertos, ni personas, sólo era posible pasear entre edificios que recordaban a otra época, herencia del siglo XIX... una decadencia elegante y refinada entre montañas verdes, un río que cruzaba la ciudad...

Ya de día, pudimos alquilar un par de bicicletas para recorrer la pequeña y pintoresca ciudad. Al devolverlas nos sorprendieron devolviéndonos el dinero. Lo mismo que hubiera pasado en Barcelona, pero al revés.

Horas más tarde, buscando un lugar donde dejar el equipaje hasta la hora de volver al vagón de turno, fuimos a parar a un albergue que es, según escribí en ese momento, "el sueño de cualquier viejero; un oasis con diferentes estancias con una decoración moderna y acogedora". Allí nos instalamos en "la zona oriental, sin zapatos, frente a una taza de té grande y naranja. Por la ventana se ve el césped de un pequeño jardín. Las paredes están pintadas en tonos pastel, azules, verdes y rosas y con pinceladas marcadas... Ventanas de madera, suelos cubiertos de parquet... un albergue de diseño".

www.souhostel.si (todavía existe)
Zavo Souhostel
Hostel Celica, Metelkova, 8
Ljubjana, Slovenija
t: 014301890

Aunque parezca ahora tan lejano y difícil de entender, en ese momento escribí:
"Ahora nos hemos trasladado a un sofá suave, suave... y nos guardan el equipaje... los queremos! ¡Creo que podría entrar en una secta si fuera como el hostel Celica!"

;) Supongo que llevavamos ya muchas horas en asientos de escay y trenes cutres.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Interrail: y además está viva

Pero es que además, Venecia es una ciudad que está viva. Y eso pese a la multitud de turistas que la visitan durante todo el año. Eso ya es un mérito.

En aquel viaje nos alojamos en un albergue que había al otro lado de uno de los grandes canales. Esta es la dirección:

Fondamenta Zitelle, 86
Isola della Giudecca
Tel: 041 5238211

Por la mañana, mientras esperábamos el barco-autobús, con un hombre y una mujer italianos. Ella debía tener unos 50 años y él era un saludable juvilado. Eran vecinos y mantenían opiniones diferentes sobre Zapatero (les habíamos dicho de dónde veníamos y enseguida iniciaron un debáte típicamente italiano. Parecían salidos de una película neorrealista). La mujer mantenía que Zapatero era un 'bambi' mientras que el hombre decía que no le gustaba del todo pero que estaba encantado de su victoria. Luego estuvo criticando a Berlusconi y metiéndose con la mujer porque lo había votado. Sus fraternales y acaloradas discusiones eran para nosotras un reflejo de la vida que, más allá de las postales turísticas, se encuentra todavía en Venecia.

¿He dicho que viajábamos sin guía? Así es. Por ello, al llegar a cada ciudad nos dirigíamos en primer lugar al punto de información turística, donde habitualmente nos proporcionaban un mapa y algunas direcciones de lugares donde pasar la noche.

Interrail: Venecia existe

Es increíble que exista una ciudad como Venecia, pero así es. Venecia es en la realidad incluso más fascinante que en las películas, fotografías y cuadros que había visto de ella. El agua, los edificios, los puentes que unen los dos lados de las calles inundadas, las góndolas y las pequeñas lanchas, la ropa tendida y las entradas y escaleras a pie de agua, las cúpulas y las ventanas... todo parece un cuento maravilloso en Venecia.

Así me lo pareció ya desde el tren, cuando la vía quedó rodeada de agua por todos los lados no había duda de ello: nos dirirgíamos a un lugar muy especial. Curiosamente, en mi libreta de viaje no hay ninguna nota sobre Venecia; sí un pequeño dibujo que muestra un templo circular rodeado de agua con las típicas viviendas renacentistas al fondo.

No recuerdo haber hecho este dibujo. Sí recuerdo una pequeña pizzería situada en una esquina al otro lado de un puente. No cabía nadie en su interior más que el pizzero, pero no paraba de entrar y salir gente para llevarse sus encargos. Nosotras compramos las nuestras y nos las comimos sentadas en unas escaleras, viendo pasar a los gondoleros, que trabajaban llevando de ruta a los turistas más ricos, sobre todo familias y parejas mayores; pocos jóvenes tenían de clientes.

Detrás nuestro la calle hacía un giro y conducía a una de aquellas plazas que se suceden en el centro de la ciudad. Cuanta tranquilidad se respiraba en aquel lugar que parecía situado fuera del tiempo, fuera de este mundo!

lunes, 24 de noviembre de 2008

Interrail: viaje a Venecia

Empezamos el viaje 'a la italiana', es decir, de una forma algo caótica. El tren que venía de Milán, tal vez por ser sábado, iba lleno hasta los topes. Sentadas en el suelo como podíamos, cargando nuestras pesadas mochilas y con el sueño propio de habernos levantado a las 5 y media de la mañana, nos dirigíamos hacia Venecia sin tener más billete que el pase de interrail.

La mochila era una carga muy pesada que olvidaba tan pronto como me la quitaba de la espalda. Sin querer me había dejado el paraguas en el primer albergue del viaje y pensaba que no importaba: "menos peso y, si llueve, nos mojamos". Ése es el espíritu del interrail. Las incomodidades forman parte de la aventura.

Viajaba con esta ilusión y con la de ver por primera vez en mi vida Venecia, una ciudad tan de postal que no me parecía que yo pudiera caminar por sus calles.

Era el 7 de agosto del 2004.

Interrail: primera etapa

Nuestro viaje empieza yendo de Barcelona a Girona para tomar un vuelo Ryanair hacia Torino, una simple parada técnica para inicar el viaje en tren. En Torino (o Turin) recuerdo el largo camino hasta el albergue, por un ancho paseo y luego al otro lado de un río, tal vez el Po.

Una ciudad pequeña, de provincias, un albergue limpio y moderno, una cena en un restaurante con terrazas de manteles blancos y platos de pasta riquísimos... poco más recuerdo de esta primera ciudad de calles rectas y ordenadas y con una torre que no llegamos a visitar.

El albergue se encontraba en esta dirección: Via Alby, 1 y éste era su teléfono: (011)6602939.

Llegamos por la tarde y al día siguiente por la mañana tomábamos un tren en dirección a Venecia.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Verano de 2004

En verano de 2004 realicé un viaje en Interrail. Una experiencia única que, aunque terminó personalmente no demasiado bien, como aventura fue fascinante, lo más parecido que he hecho nunca a una exploración improvisada.

Viajábamos sin reservas de hotel, sin guía y casi sin saber hacia dónde. Salíamos de Barcelona hacia Praga, con muchas paradas entre medio y casi una sola noche en cada lugar.

Hace unos días encontré mis apuntes tomados sobre los raíles que cruzaban Europa del Este en aquel caluroso verano. Ni siquiera los recordaba, ni mucho menos sabía que los había conservado. Releerlos fue una buena forma de revivir un viaje que nunca olvidé. Imágenes de lugares, escenas concretísimas, alberges, casas, monumentos, compañeros de viaje, comidas, conversaciones... todo volvía como si siempre hubiera estado ahí. Ahora comprendo que el placer de tomar notas en los viajes es un plato que también se disfruta frío.



En los próximos post relataré este viaje de España a la República Checa.